Espera, ¿cuál es el problema con ese título? Exacto, es lo contrario de lo que las profesionales nos dicen sobre la crianza de los hijos. Sin embargo, por un momento quiero recordar la época de “haz lo que digo, no lo que hago”. ¿Cuál es la causa de este súbito cambio de actitud? Cuando le pregunté a mi pequeñita si quisiera ayudar a doblar las toallas (en voz animada, como diciendo “¡esto va a ser divertido!”), ella me respondió con una negativa resonante: ¡NO! Ese “no” provino al fin de una semana llena de mucho estrés y frustración.
Le respondí con un recordatorio (en voz agradable, pero no igualmente animada) que esta era una de sus tareas del hogar, lo que provocó un “no” aun más descortés. Ustedes padres saben cómo acabará esta historia. Mis solicitudes se convirtieron en órdenes que fueron seguidas por muchas lágrimas y gritos de la pequeña.
Hay muchos recursos excelentes que enseñan técnicas de crianza positivas, las cuales intento usar. Estas son muy buenas ideas que a veces han funcionado con éxito con mi hija tozuda (que también tiene un trastorno de oposición desafiante).
La dificultad es que estas técnicas non son fáciles de usar.
Como padre, es difícil cambiar la forma de la que fuiste criado a la forma de la que quieres criar a tus propios niños. Es difícil recordarlo cuando estás con una niña que grita en el pasillo del supermercado. Es difícil no dejar de intentar cuando las técnicas positivas de crianza no siempre tienen buenos resultados. Es difícil usar estas técnicas cuando estás abrumada por las mismas emociones que tu querida niña está experimentando.
Entonces sí, los gritos ocurren. La frase “porque yo te lo digo” sale de mi boca más veces de lo que creía posible. Digo que voy a tirar todos los juguetes, junto con otras amenazas vacías.
Entonces, ¿cuál es la solución?
No hay solo una solución, sino varias.
La primera entre ellas es la honestidad. Sé honesta contigo misma sobre tu realidad. Deja de intentar ser una madre excepcional por ti misma. En vez de eso, busca ayuda y sé contenta en ser “solamente” una buena madre. Encuentra recursos que te ayudarán a seguir adelante y que le ayudarán a tu hija a tener éxito. Sé honesta con tus hijos. Admite que perdiste la paciencia. Explícales que era estresada (y que todavía lo eres). Pide disculpas por esas palabras desagradables y ese malo tono que usé. Demuéstrales que los malos periodos pueden transformarse en otra cosa, para ti además de para ella.
La segunda es la amabilidad. La amabilidad para ti misma. Acepta esos errores y aprende de ellos. Luego, muestra amabilidad a esas pequeñitas en pedirles un abrazo. Explícales tu conducta y cómo vas a compensarla. Déjales mostrarte amabilidad a pesar de que no fueras perfecta. Déjales ver que la amabilidad es necesaria para cada persona.
La tercera es el conocimiento. Aprende sobre ti misma y tus limitaciones. Es importante saber lo que te provoca además de lo que le provoca a tu hija. Sigue aprendiendo y practicando técnicas de crianza positivas. ¡Nada te hará más daño que el momento en que tu hija adolescente (o tu hija precoz de 6 años) use tus propias palabras para desafiarte! Y cuando eso pase, AGRADECE el hecho de que le impartí su conocimiento.
Pero este no es el fin de la lista. Elige tu propia terminología. Descubre cómo te recuperas de tus fracasos. Y luego, háblalo. Comparte tus historias con otros. Es imposible saber quién te podría ayudar con las palabras que usas con tus hijos. Cuanto más historias de nuestras imperfecciones como padres compartimos, más probable es que crearemos un espacio más perfecto, pero no impracticable, para nuestros hijos.