Es agotador apoyar a nuestros hijos cuando tienen dificultades para regular sus emociones.
Conocemos muy bien la mirada en los ojos de nuestros hijos justo antes de un colapso. Hemos aprendido a evitar esas cosas que les provocan a nuestros hijos cuando estamos tratando de llevarlos a la escuela. Tenemos estrategias para calmarlos cuando están teniendo un colapso emocional en una fiesta de cumpleaños. Somos expertos en corregulación. ¡Pero mae! Es tan fatigante.
Corregulación: suena compleja, no? No es lo que necesitamos para hacer que el niño se levante del piso y salga de la casa. Pero piénsalo. Frecuentemente, la corregulación es exactamente lo que necesitamos para hacer que nosotros y nuestros hijos estemos en la misma página. La corregulación es lo que sucede cuando se encuentran el sistema nervioso desregulado de una persona con el sistema nervioso tranquilo de otra persona, y resulta que el sistema nervioso desregulado empieza a calmarse o regularse.
Lo mejor es que ya sabes cómo corregular con tu hijo.
¿Recuerdas el periodo cuando este niño cuya conducta te está frustrando en este momento era un pequeñito adorable? Cuando lloraba, ¿qué hacías? Hacías todo lo que lo calmara. Probablemente, cambiabas tu tono de voz y aflojabas tu ritmo. Te enfocabas en él, y quizás lo tuvieras en los brazos y lo mecieras. Quizás cantaras una tonada lenta en voz baja. Quizás sonrieras de manera exagerada con ojos bien abiertos. O quizás evitaras el contacto visual mientras lo abrazaras fuerte. Lo que fuera, lo hacías porque habías aprendido lo que tu hijo necesitaba para sentirse tranquilo y hubieras hecho cualquier cosa para calmarlo. Lo corregulabas así que se sintiera regulado de nuevo.
Bueno, eso fue fácil, ¿pero si se trata de un infante que esté teniendo un colapso total o un niño obstinado?
Si eres padre, ya sabes lo que es un arrebato emocional. (A veces, se trata de nuestros propios arrebatos.) Si tienes un niño con una discapacidad o alguna dificultad para relacionar y comunicar con otros, es probable que hayas apoyado a tu niño durante numerosos colapsos emocionales o sensoriales. Sin importar cómo se llaman en tu hogar, todos podemos recordar algo así.
La manera en la que respondamos a la conducta de nuestro hijo depende del contexto. Digamos que tu hija se está resistiendo fuertemente a ir a escuela. Está enojada. No está poniéndose la ropa y no le importan tus amenazas para nada. También no parece importarle que tú vas a llegar tarde a tu reunión o que su hermano está gritando en su silla infantil para que lo lleves al daycare (guardería).
Digamos que has dormido bien y has tomado un buen desayuno. Estás suficientemente tranquila para darte cuenta de que tal vez sea que tu hija está nerviosa por algo que hacen en su clase hoy y se enojó cuando no pudo encontrar su suéter favorito. Paras de gritar y vas a su habitación donde ella está pisoteando el suéter que le elegiste. Le dices en voz calma, “Debes sentirte nerviosa por hoy y querías tu suéter favorito para ayudarte a sentirte mejor.” Ella para de pisotear y te mira, pero aún está enojada. “Ese suéter está sucio, pero yo quiero ayudarte a sentirte mejor, así que encontremos otro bonito suéter para hoy.” Ella viene y ustedes buscar algo juntas. La corregulaste así que ella pudiera reconectarse contigo y tú pudieras ayudarle a reconectarse con el mundo. Lee nuestros tips sobre la autoregulación (en lengua inglés).
¿Pero qué tal los adolescentes . . . o las parejas?
Con el tiempo, nos transformamos en personas más complejas. Es normal a veces sentirse desregulada. Muchos de nosotros hemos tenido experiencias que nos han ayudado a sentir dentro de nuestros cuerpos lo que es estar tranquila de nuevo. Si tenemos suerte, hemos tenido familiares y amigos que nos han corregulado, sea con abrazos, por escucharnos, por ayudarnos a pensar en la raíz de lo que estamos sintiendo o simplemente por decir, “debe ser tan difícil eso”.
Cuántas más oportunidades tengamos de corregular con otros, más fácil será el regularnos nosotros mismos. Esas experiencias de corregular nos ayudan. En esos momentos, nos decimos: vámonos, respiremos profundamente, conectémonos con una amiga. Recuerdas lo que sabes con respecto a tu ser querido, lo que necesita y lo que le gusta. Y si tienes suficiente energía, toma una pausa, no vayas tan rápido y ayúdale a ver la conexión entre su conducta y lo que está sintiendo. Pero siempre hazlo con empatía y respeto.
Si has llegado hasta este punto, algo ha resonado contigo y puede que estés pasando mucho tiempo tratando de corregular a tu hijo o a otra persona con quien tienes una relación íntima. Tal vez no estás logrando y te sientes frustrada. Tal vez sí estás logrando y estás super cansada. Lo más probable es que estés sintiendo ambos sentimientos.
Estás haciendo tanto. Hay tantos aspectos de lo que estás tratando de hacer en un solo día, y es imposible separarlo de las presiones de la pandemia. No puedes corregular a otros cuando estás en un estado de desregulación. Y nadie debería esperar que estés tranquila y conectada las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Aquí está lo que has aprendido:
Manténte conectada por estar curiosa.
Sigue buscando pistas y haz suposiciones sobre lo que le está molestando.
Aunque estés equivocada, le estás demostrando que lo ves. ¿Y no es eso lo mejor cuando nos sentimos peor – el ser vista?