Ah, no mires al cielo; sabes que has pensado en ella. O has leído algo sobre ella. O no le has dado importancia cuando alguien la mencionó. Muchos de nosotros estamos sintiendo esta fatiga fuertemente – ya se muestre físicamente o emocionalmente, o ambos.
Si podemos preguntarnos por qué estamos sintiendo lo que estamos sintiendo y por qué nos estamos comportando de una manera determinada, podremos ser más empáticos y comprensivos con nosotros mismos además de nuestros seres queridos.
¿Recuerdas el comienzo de la pandemia – es decir, el periodo “early quar” (temprano en la cuarentena) – cuando siempre estábamos leyendo las noticias? ¿Recuerdas que luego, colectivamente, nos dimos cuenta de que eso fue muy malo para nuestra salud mental, así que empezamos a dejar de hacerlo? Nos centramos en hacer pan o en cultivar lechuga o en organizar nuestras habitaciones. Y eso ayudó por algún tiempo. Luego vino el verano y las cosas cambiaron un poco. Descubrimos cómo tener experiencias en el mundo de forma segura. Y eso también ayudó por un rato. Después de eso, hicimos la transición a la escuela. Fue una experiencia nueva y no fue fácil, pero lo hicimos y nos apoyamos el uno al otro. Hasta eso ayudó por algún tiempo.
Ahora la estación ha cambiado otra vez. Hace más frío y nos estamos preparando para el invierno. El número de casos del COVID se está disparando, pero ahora tenemos esperanza gracias a la vacuna. Pero tenemos preguntas también.
Mucho de esto todavía es desconocido y las cosas desconocidas no son ni cómodas ni fáciles. Me estoy sintiendo así en este periodo – incómoda e inquieta. Me ayuda saber que hay muchas otras personas, específicamente otros padres que están avanzando con dificultad como yo.
Estoy escribiendo esto porque tal vez tú también necesites escucharlo.
Los niños se están comportando mal. (¿Cómo podemos satisfacer las necesidades sociales y emocionales de nuestros estudiantes en este momento?)
Los padres están cansados. (¿Es la fatiga COVID o es la depresión?)
Las parejas se están peleando. (La fluidez, la comunicación, la curiosidad – todos son elementos de una colaboración agradable)
¿Se aplica esto a todos? No. ¿En todas partes? No. ¿Todo el tiempo? No.
Sin embargo, para muchos de nosotros, el momento crítico se está acercando más rápidamente en estos días.
Para nosotros y para nuestros hijos, aunque no lo estemos identificando como algo que nos causa estrés, así es. Nuestro mundo ha cambiado mucho y nuestra seguridad fue amenazada de cierta manera. Aunque tomemos precauciones y digamos a nuestros hijos que estamos haciendo lo posible para mantenernos seguros, a fin de cuentas, estamos viviendo durante una pandemia sobre cual todavía nos estamos informando. Eso da miedo. Y claro que es difícil emocionalmente.
No quiero decir que cuando tu hijo hace caer todos los objetos movibles en la casa y lanza una cesta de ropa limpia por la escalera porque está enojado (grr . . . todavía tengo emociones fuertes sobre eso) – no quiero decir que deberías perdonar esa conducta porque “es la culpa de COVID”.
Estoy diciendo que deberíamos darnos un respiro – y darles un respiro a nuestros hijos – en estos momentos en que estamos tratando de comprender por qué estamos estresados y por qué nos estamos comportando mal.
Cuando nos permitimos considerar de dónde viene la conducta, frecuentemente descubrimos algo que nos ayuda a manejarla. Ese berrinche de tu hijo – quizás no es que no pueda encontrar un juguete particular, sino que esté super triste y enojado porque no puede jugar con sus amigos después de clases. Claro que eso apesta. A veces, yo también quiero llorar sobre eso, chico.
Entonces, esto es tu aviso anual: no compares tu situación con la de otros. Date un respiro, dales un respiro a tus hijos y quizás dale un respiro a tu pareja. Y si tu sala está completamente desordenada y tu ropa está al pie de la escalera como la mía, mañana es otro día. Mañana lo intentamos otra vez.
Finalmente, porque aunque estemos aceptando las cosas difíciles, queremos salir adelante, te dejo con algunos anecdóticos que provienen de un ejercicio que hicimos esta semana al comienzo de nuestra reunión de equipo. En este ejercicio, nos compartimos algunas cosas que nos han hecho felices en las últimas 24 horas . . .
– Recibir una carta personalizada de la hija de una collega
– Intentar hacer casitas de jengibre. . . de pop tarts . . . (¡no logramos pero la actividad nos dio mucho placer!)
– La expresión de júbilo en la cara de mi hijo cuando vea el árbol de Navidad decorado
– Salir a correr en la mañana con algunas amigas y tomar un café de cumpleaños juntas en el aire libre
– Gratitud para abuelos cuando ayudan con los niños y con el aprendizaje remoto
– Dar un largo paseo con una vecina que se está convirtiendo en amiga
Ahora es tu turna. ¿Qué te ha hecho sonreír en las últimas 24 horas? (para algunos de nosotros, tuvo que pensar en las últimas 48 o 72 horas. Eso está bien también)